Me despierto entre recuerdos
de todas las vidas de antes,
y veo que lo que quiero
tan solo es un poco de aire
y unja tormenta que limpie
los escombros del desastre.
Ya no suena la guitarra
ni amanece en esos mares
donde antes amanecían
motivos para quedarse.
Leo el libro que escribí
y tan solo hay falsedades
que una vez fueron verdad
pero hoy con el tiempo arden,
esparciendo las cenizas
de mentiras y verdades.
Hoy la música de ayer
duerme plácida en estantes
monocordes sin saber,
que no llegan sus mensajes.
Hoy el sueño es pesadilla
y un camino hecho de alambre;
hoy la pesadilla es sueño
que ha perdido su equipaje
y se sienta es la estación
esperando que algo cambie.
Hoy el mundo el mundo me parece
una lata de guisantes
tan opaco y tan cerrado
como una arteria sin sangre,
tan pequeño y solitario
como esquirlas de cristales
de un vaso olvidado y roto
y que aún sabe a vinagre;
así brindan los efímeros
en amaneceres frágiles;
así brindan las promesas
que se olvidan en la tarde.