La princesa celeste de la Luna
transmite la certeza matemática
y canciones tan bellas y lunáticas
que quedaron grabadas en las runas
del hechizo que refleja la fortuna
del poeta cuya alma viaja errática
y que busca a su musa enigmática,
y al hallarla, su magia lo vacuna
de algo que no comprende todavía
como un amanecer, luna del alba.
La princesa celeste es melodía
y el piano de la aurora boreal
que da la inspiración que al tiempo salva.
En este presente bendecido por la presencia de personas que tienen esa chispa que yo preciso para dar rienda suelta a la rima y al metro, es justo que agradezca a la princesa celeste ese encanto que desprende. Y es que percibo muy hermoso encontrar a personas que en su juventud, desprenden una mezcla de inocencia y madurez que te invitan a reflexionar. El jardín de sus sueños es el jardín donde cualquier puede y quiere soñar. Su forma de escribir es un sueño en sí mismo y cuenta historias pequeñas de amor, historias que podemos apreciar a diario pero le da un encanto y un estilo que te invita a cerrar los ojos en un punto y a parte y a imaginar la escena que o bien te hace retroceder en el tiempo o bien puedes vivirla en el momento presente. Y esa escritura, es la que inspira este soneto, al "poeta" que se vacuna con ese encanto, que lee con calma cada palabra que ella plasma y que se muestra, por su nombre, como esa musa enigmática que cualquier escritor de versos, desea encontrar para que la música endecasílaba o "todasílaba", siga sonando en un jardín, donde los sueños se hacen realidad.