CANCIÓN LXXI "Perdona que lo diga"

Treinta grados bajo cero,
tu mirada que me falta,
y la duda que me asalta
si me quiere quien yo quiero,
es tormenta para el alma.
Dime tú si tener calma
en este estado es posible.
Y perdona que lo diga
que mendigue y que suplique,
pero ya me he ido a pique
y no hay dios que me bendiga.
No puedo caer más bajo
y no puedes hacer nada
pues tu alma enamorada
no lo está de mi trabajo
y sé que eso no se elige,
que el corazón no se rige
por lo bueno que sea alguien.
Y perdona el desahogo
que persigo en lo que escribo;
sólo existo y ya no vivo
y el dolor es hoy el logo
que paseo en los segundos
de mi paso por el mundo
que yo muevo con la pena.
Te juro que ya me callo,
pero lo necesitaba,
que mi alma hoy no estaba
para ningún otro ensayo
de soportar el dolor
y fingir que va muy bien;
que este aire perdedor
viene escrito en el papel
del teatro de mi vida.
Hoy desnudo el corazón
que ha luchado sin parar
y trató de enamorar
con paciencia y con tesón
a tu carita imposible,
a tu alma irresistible
que me roba la razón
y que no podré tener
pues la flecha de Cupido
viajó sólo en un sentido
y hoy acepto mi perder.