La riqueza de tu ser
se desata cuando miras
el crepúsculo del sol
en las sombras de la orilla,
alumbrada por tus rosas
en tu mar de margaritas.
Y yo acudo a preguntarles,
he escuchado que adivinan
con sus síes y sus noes
si es posible que algún día
tú te duermas en mis brazos
y adorarte me permitas.
La riqueza de tu ser
se presiente en las caricias,
de tus manos de piel blanca
y en la forma en que tú miras,
que me deja sin palabras
en el fluir de su energía,
y yo sueño recordando
tus ojos hechos de brisa
tan cálida, tan oscura,
de una ternura infinita.
Por un beso de tus labios,
por poder ver que suspiras,
pongo mi alma en el fuego
que por ti yo enfriaría.
Por el roce de tus manos,
por poder ver tu sonrisa,
lleno de versos el cielo
y hasta el alma empeñaría
en una deuda de amor
que dure toda la vida.
Aquí comienza el camino de nuevo. El presente avanza aunque yo no lo sienta y los días se consumen con la misma celeridad. Propuse recuperar los albores de los sonidos y no me considero un traídor. Así que, desafiando a todas las debilidades y deseos de desistir durante el tiempo necesario, y absorbiendo el dolor natural, doy el primer paso. Mi agradecimento infinito a quienes me siguen acompañando y desde el cielo estoy oyendo un aplauso.
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