ROMANCE LVIII "Romance del bandido tornalero (III)"

Fue violento el empujón
que hizo preso a Tornalero.
¡Qué sorpresa, Sacacuartos
verte tú también adentro,
de las gélidas mazmorras
que te impiden ver el cielo!
¡Y lo humillan los soldados
Sacacuartos tiene miedo!
¿Hacia dónde fue el valor
del bandido traicionero?
–La mañana traerá
la justicia del Dios bueno;
a dos bandidos temibles
en la plaza ahorcaremos.

Los bandidos de la Sierra
dieron lágrimas al duelo;
las mujeres y los niños
emitieron sus lamentos.
Cayó la noche y los hombres
se reunieron en consejo,
nadie quiso comenzar
por la falta del maestro,
fue el más joven de todos
quien rompió el cruel silencio.
–Nos han dado un golpe bajo
los tiranos del gobierno,
pero si seguimos juntos
con las armas que tenemos,
cumpliremos la misión,
salvaremos al maestro.

No quedaban más opciones
a los bravos bandoleros,
juntos, alzaron los brazos
y aquel plan volvió al comienzo.
Se escuchó una voz gritar
con un llanto triste y seco.
–Escuchadme mis hermanos
por el pueblo está corriendo
el rumor desgarrador
de la muerte del maestro,
mañana al salir el sol
la horca espera a Tornalero,
y también a Sacacuartos,
que ojalá cuelgue primero;
el miserable traidor
mucho daño nos ha hecho.

Los muchachos prepararon
la breve marcha hacia el pueblo,
cargaron los explosivos
que pondrán en los cimientos
del palacio del tirano
que a su líder tiene preso.
Arrivaron a la cueva
¡les quedaba poco tiempo!
faltan menos de dos horas
para el fin de Tornalero.
Trabajaron en equipo,
cuando todo dispusieron,
sufrieron otra emboscada,
porque allí los sorprendieron.
Sacan prestos sus espadas,
uno a uno van cayendo
en aquella lucha cruel
muchas vidas se perdieron.

Suena música de fiesta,
Sacacuartos, Tornalero,
se dirigen al cadalso
y entre el público, abucheos.
Los soldados ponen orden
con sus golpes de criterios;
puñetazos y patadas
rescataron al silencio.
Los bandidos son subidos
y se ponen en el centro
del cadalso que verá
el final de Tornalero.
Su rostro refleja paz
su semblante está sereno
y respira con orgullo
su última brisa de viento,
cuando el verdugo le pone
una gruesa soga al cuello.

En la cueva de la sangre
solo un hombre aún no ha muerto,
sabe que no habrá esperanza
de salvar a Tornalero.
Empieza prendiendo mechas
pero él se queda adentro;
el tirano irá con él
cuando vayan al infierno;
a las puertas de la muerte
se sonríe el bandolero.
La mañana del final
el verdugo da comienzo,
y las calles de Granada
ve colgando a los cuerpos
cuando se oye la explosión
desde el cielo baja el miedo;
las salidas del castillo
son cortadas por el fuego,
y la lluvia de pedruscos
busca sus blancos certeros.
El tirano corre y grita,
el oxígeno va a menos,
de pronto, se ve atrapado
y llorando grita al cielo.
Su tiránica riqueza
se quema en cálidos besos
y después de devorarla
se dirigen a su pecho,
muere el tirano al fin, muere
en un abrazo de fuego,
allí quedó su riqueza,
allí quedó su dinero.