Me he cansado de soñar
con la vida que no llega;
si la espero o la persigo
por la izquierda o la derecha,
llego siempre al mismo sitio
y no veo diferencias.
La cerradura oxidada
cada atardecer me espera
junto al café solitario
que está frío y ya no juega
a inventarse las historias
que alimentan al que sueña.
Las caricias del silencio
del aire que huele a menta
sigue estando en el jardín
pero ya no me consuelan
Me he cansado de soñar
y de andar por la tormenta
de todas las sinrazones
que hoy entran por la puerta
de una vida destrozada
y que sin piedad se quema.
Y los sueños se han marchado
porque en mí ya no se encuentran;
sólo soy un pozo oscuro
que se llena con la pena
de los sueños que se han ido
con las últimas estrellas.

Aquí comienza el camino de nuevo. El presente avanza aunque yo no lo sienta y los días se consumen con la misma celeridad. Propuse recuperar los albores de los sonidos y no me considero un traídor. Así que, desafiando a todas las debilidades y deseos de desistir durante el tiempo necesario, y absorbiendo el dolor natural, doy el primer paso. Mi agradecimento infinito a quienes me siguen acompañando y desde el cielo estoy oyendo un aplauso.
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