No merezco el silencio por castigo.
Recuerda cuando el tiempo no existía,
yo deseché el silencio y te escribía
pero sí, es cierto, no estuve contigo
cuando más necesario era el abrigo.
Hoy paseo amarguras por mi día,
mi lágrima, tus ojos la lucía
cuando dijiste que éramos amigos.
Hoy peco de arrogancia, no por mí
sino por salvar todo lo que queda
en nuestro corazón que se hace estrecho.
Nos amamos y mi alma vive en ti.
Sé que no ha nacido aquel que pueda
echarme de la izquierda de tu pecho

Aquí comienza el camino de nuevo. El presente avanza aunque yo no lo sienta y los días se consumen con la misma celeridad. Propuse recuperar los albores de los sonidos y no me considero un traídor. Así que, desafiando a todas las debilidades y deseos de desistir durante el tiempo necesario, y absorbiendo el dolor natural, doy el primer paso. Mi agradecimento infinito a quienes me siguen acompañando y desde el cielo estoy oyendo un aplauso.
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