Y recuerdo tu sonrisa
cuando al fin estoy saliendo
de las horas con espinas
y tan llenas de recuerdos
que se clavan sin tocarte,
como se clava el silencio
de tus ojos, de tus labios,
de tus manos y tu cuerpo.
Que serás inolvidable
y que no tendré remedio,
eso ya lo tengo claro
y aunque me duela, lo acepto.
Y recuerdo tu mirada
en las tardes del invierno,
del verano y primavera
en este otoño perpetuo,
donde todo está callado
y las velas y el incienso
ya no alumbran, ya no huelen
porque sólo son recuerdos.
Y recuerdo la luz pálida
de tu piel blanca de enero,
las caricias de tus manos,
los colores de tus besos,
las palabras siempre amables
que me hablaban de tus sueños.
Y recuerdo mi pasado
cuando el tiempo era completo:
complicidad, discusiones
enfados y alejamientos,
voluntad para arreglarlo
con un abrazo y un beso.
Discutir por tonterías
lo decíamos, es necio.
Imagínate mi vida
en este jardín desierto
donde ya no queda nada
de la luz de nuestro cielo.
No imaginas lo que duele
vivir con tantos recuerdos.

Aquí comienza el camino de nuevo. El presente avanza aunque yo no lo sienta y los días se consumen con la misma celeridad. Propuse recuperar los albores de los sonidos y no me considero un traídor. Así que, desafiando a todas las debilidades y deseos de desistir durante el tiempo necesario, y absorbiendo el dolor natural, doy el primer paso. Mi agradecimento infinito a quienes me siguen acompañando y desde el cielo estoy oyendo un aplauso.
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A veces es mejor no tener recuerdos, hacen mucho daño...
ResponderEliminarUn beso ^^
Estoy de acuerdo contigo. En ocasiones casi que es preferible no haber vivido situaciones bonitas que dejen recuerdos que ahora aumentan tu nostalgia. Cuando se ha tocado el cielo, vivir de los recuerdos al bajar al infierno, duele mucho.

EliminarGracias por tus palabras, guapa. Que tengas una tarde llena de cosas bonitas