CANCIÓN XCIII "Minerva"

En los reinos olvidados
de los cuentos de mi mente,
hoy se desliza, paciente,
un pensamiento embrujado
que me marca y deja huella
de una chica con su estrella
que ilumina la poesía.
Tengo los ojos cerrados
para oír mejor al viento
que en sus alas lleva el cuento
que las musas han guardado
con escudos en su alma
para que al llegar el alba,
su conjuro se libere
y que vea lo que vale;
desprende magia a raudales
y creérselo no quiere.
¿Cómo no, si tienes nombre
de la diosa de las artes
y tan solo con mirarte
no habrá tiempo que no asombre
al que choque con tu magia?
Si hasta Paris perdió el juicio
que ella misma le ofrecía;
no quedó sabiduría
y se abrió el precipicio
que con Troya acabaría.
Si venció al dios Neptuno
y a su caballo bajo de la tierra;
su olivar ganó la guerra
y le dio el nombre oportuno
a una ciudad de magia llena
que ella misma llamo Atenas
y la honra en su grandeza.
Ahora di que no eres mágica
si con los ojos cerrados
la canción me has inspirado
con tu dulzura enigmática.
Y esto es sólo un intento
porque tú eres especial
y tu luz angelical
se desliza en el aliento
que me dicta estas palabras
para que tu alma abras
a los golpes de marea
que dejan rastros de luz,
los que no quieres ver tú,
pero haré que te lo creas.